Friday, August 04, 2006

Estilo Lavín 2.0 o lo que dicen las encuestas


Los diálogos de sordos pueden resultar sumamente interesantes cuando se trata de una pieza de humor absurdo, pero resultan francamente irritantes cuando se trata de escuchar a las personas que están encargadas de administrar el Estado.
Existe una deformación de la atmósfera en las sociedades democráticas cuando se hace demasiado énfasis en un supuesto “escuchar a la opinión pública” cuando dicha opinión publica se reduce a la opinión de un par de analistas y uno que otro político despabilado que intente mantenerse al día con temas de cierta repercusión. El exceso en el énfasis por escuchar a los dueños de los diarios y a los políticos despiertos viene de un entender la política al estilo Lavín, estilo que ha desparecido en la derecha pero que pervive en los soportes de la señora presidente que insisten en aplicar las recetas del profesor de la Universidad del Desarrollo, para darle contenido al gobierno. Este eterno escuchar adquiere gravedad cuando se pierde la perspectiva del análisis de los datos reales para aplicar al comportamiento y a las acciones del Estado.
El problema del gas, que ha llevado a una especie de pugilato epistolar entre el gobierno argentino y el chileno, ha salido de los carriles normales de una discusión que es en el fondo una discusión económica y se ha tornado, desde la perspectiva del gobierno chileno en un asunto de dignidad nacional mancillada.

Si cambiamos la perspectiva la discusión es francamente absurda. Argentina ha vendido por años un insumo industrial a precios bajísimos ( producto de ellos es que los mas interesados en el tema: los empresarios chilenos, han estado de lo mas calmados) , permitiendo que las empresas realicen sus procesos mediante una energía muy barata lo que les ha dado una ventaja competitiva que han disfrutado casi por diez años.
En un momento comienza a escasear dicha energía, y los motivos pueden tan variados como el simple agotamiento de las reservas que se estaban explotando o por la nula inversión que han realizado las empresas propietarias de los yacimientos. Cambiando las condiciones del mercado obviamente cambian los precios. Eso lo sabe hasta el más mínimo comerciante.
Argentina hace un esfuerzo por vender un bien que le es escaso, cambian sus condiciones de mercado pues Evo les vende un gas a un precio mayor y nosotros continuamos reclamando y empujamos a la presidenta a que le ponga peso a la cartera y le de unos golpes a la cabeza de Kirchner que no entiende nada. Encima de aquello nos enteramos que las empresas chilenas están cobrando casi US$ 24 el millon de BTU cuando lo están comprando cerca de los US$ 5 y que por una diferencia de unos centavos de dólar estamos generando casi un incidente internacional. En esto ultimo radica lo absurdo de la situación. Estamos peleando por huevadas mientras las transnacionales siguen esquilmando al pobre consumidor chileno. Y nuestro gobierno empujado por el director de La Tercera y alguno que otro político pirómano tiene puestas demasiadas energías en un tema que no se sostiene, a riesgo de perder el tiempo para enfrentar soluciones de más largo plazo.
El tema es simple. Cambiemos la matriz energética y asumamos que nuestros proveedores son deficientes y que, por tanto, hay que tomar las decisiones en base a criterio de mercado: si el almacenero del barrio no lo tiene tomo el auto y me voy al supermercado. Todo lo demás es poesía. La integración latinoamericana, el sueño de Bolívar, la globalización son una mascarada si no se cumple lo fundamental TENER LOS POROTOS Y LEÑA PARA COCINARLOS.

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