Friday, November 25, 2005

Sacerdotes, Fe publica y pedofilia


Tengo la impresión que en la clave del Quijote el tosco escudero Sancho Panza es un modelo de inteligencia muy particular. En contraste con el soñador Don Quijote, Sancho representa a la mas pura inteligencia practica.
Pero esto es en el Quijote. En Chile es un poco mas difícil de encontrar este contraste. El burdo escudero de Sebastián Piñera, Pedro Pablo Díaz, constantemente realiza intervenciones que lo muestran como un verdadero imbécil. Una persona que ha llegado a altos puestos en la transnacional Coca Cola se permite realizar intervenciones en el programa El Termómetro de Chilevisión, que son francamente irreflexivas.

El espantoso tema de los sacerdotes pedófilos ha generado reacciones muy profundas en todo el mundo. Esas reacciones, que muchas veces carecen de la adecuada perspectiva y resultan también groseras e insultantes, han generado en el mundo mas cercano a la Iglesia, una defensa que en varias oportunidades se vuelve injusta. La relación a tabla rasa entre homosexualidad y pedofilia y otros conceptos propios de las mentes mas conservadoras y atrasadas del catolicismo filo medieval , pretenden hacer una defensa justa de la Iglesia, a la que sienten atacada. Sin embargo, esa defensa carece de la perspectiva básica del hecho religioso y de su propia especificidad.

En el programa del día Jueves escuché al escudero de Piñera hacer un paralelo entre los pedofilos de una compañía de bomberos y los pedofilos de la curia romana. Reclamaba en su defensa, el hecho de que los críticos de la iglesia no eran tan drásticos con los bomberos como con los pobres sacerdotes.

Los que hacen la defensa de la Iglesia desde esa perspectiva olvidan lo especifico del hecho religioso y la forma en que la sociedad asume e integra al sacerdote dentro de la comunidad. El asunto esencial es un tema de FÉ PÚBLICA. La sociedad entrega un corpus de accesos libres, basados en la confianza que la persona responderá y honrará dicha confianza desde su papel de sacerdote.

El ejemplo para ilustrar al señor Díaz es que si Catalina, mi hija de 10 años viene y me dice que el próximo fin de semana irá a un retiro espiritual, que lo dirige el comandante de bomberos de Peña Blanca, ciertamente yo le negaré todo permiso. No ocurriría lo mismo, hace unos años, si me dijera que el retiro lo dirigirá el padre Benito. En el Cura yo confío, en el comandante de bomberos ni cagando.
Otro: si el zapatero de la esquina me pide permiso para conversar a solas con mi esposa en el patio, lo saco de una oreja. Si la conversación es con el padre Benito, no tendré problema.

Cuando una persona o institución viola, vulnera, infringe o transgrede la fe pública, la comunidad debe dejar caer todo el peso de la critica mas absoluta, todo el peso de la ley y toda la presión social en castigar al individuo trasgresor y por cierto, con total dureza, al grupo o institución que lo cobija y que le ha permitido desarrollar y desempeñar ese rol social que disfruta de la fe pública.

Finalmente. Señor Díaz. Un bombero no es lo mismo que un sacerdote. Como no es lo mismo el jardinero de la casa que el ginecólogo de su esposa y ciertamente si descubre al jardinero revisando las partes intimas de su señora esposa su reacción será muy distinta que si sorprende al ginecólogo en los mismos afanes, en un centro médico.

Por ultimo: dijo el señor Apacienta mis ovejas. El resto, sin duda, es obra del demonio. .












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