Friday, April 21, 2006

Espero que se publique


Algo me ha sucedido en estos años de gobiernos de la Concertación que me parece extraño. Vengo en política desde aquellos tiempos en que conseguir una coalición de centro izquierda era un sueño y he pasado por los eventos mas importantes de los ultimos 20 años. Vi con mis propios ojos el borrador de acuerdo para la transición a la democracia. . Tengo en mi curriculum la Campaña del No, la elección de Aylwin, la elección de Frei ( ademas de una temporada en que lo acompañabamos a aprender a dar discursos y nos arrancabamos con ataques de verguenza ajena, acostumbrado el oido a verdaderos tribunos don Eduardo resultaba espantoso). La elección de Lagos la ví un poco mas de lejos, pues ya estaba casado, con una hija y con un señor que estaba por nacer. Pero me activé en la segunda vuelta, ante la posibilidad que el perno de Lavin llegara a pisar los salones de la Moneda.
He hecho vida partidaria desde muy joven. He viajado 125 kilometros para votar en una elección interna de la DC. Me he emborrachado hasta la inconciencia en reuniones con alcaldes y concejales para intentar reparar heridas de campaña.
En fin, puedo decir que soy politico. Sin embargo, cuando aparece el baile de los cargos, el despilfarro de curriculum, la desnudez del amigismo, el servilismo de la palabra empeñada, comienzo a sufrir una suerte de letargo político, unas ganas de desaparecer, unas ganas de dedicarme a mis propias faenas, guardar los afeites de politico y sumergirme en mis afanes de ciudadano. No soy capaz de hacer la llamada adecuada. No puedo decirle a alguien que me considere para algo. Me cuesta, sinceramente, ponerme a la fila. ( Será que quien se pone a la fila corre el riesgo de ser afilado?)
Pero, bueno, esto es algo que me pasa a mí, y no constituye reproche para nadie. Cada quien tiene que seguir el rumbo que la vida le ofrezca. A mi simplemente me ocurre que la hormona politica se me duerme una vez conseguido el objetivo. Quizas sea porque al fin y al cabo las cosas no cambian tan rapido como uno quisiera y es mejor dedicarse a contemplar como pasan las nubes en el cielo, como envejecen los arboles, como nos vamos poniendo viejos mientras este transatlantico llamado Chile continúa por buen rumbo

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