No era mi amigo.

Hoy han sepultado a Miguel Villaseca de quien, debo aclarar, no pude considerarme su amigo pues nunca se pudieron extender los puentes adecuados para la amistad. Lo recuerdo desgarbado caminando por las calles de una Villa Alemana antigua, con un libro bajo el brazo y tratando de entender el mundo de la mano de Xabier Zubiri.
Hoy termino de bajar un archivo inmenso que contenia ocho discos de Paco Ibañez y estoy conectandome nuevamente con yo mismo que es una especie de mi mismo antiguo, que se deslumbra con la poesia del siglo XVI, que puede cantar a Jose Agustin Goytizolo, que se caga de la risa con Don Luis de Gongora y Argote y que es capaz de recitar las Coplas a la muerte de su Padre de Jorge Manrique

Este mundo es el camino
para el otro, qu'es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientra vivimos,
e llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
descansamos.

Villa Alemana en los ochenta tuvo sus pequeños héroes y sus pequeños villanos. Miguel era uno de esos pequeños héroes. Nadie que yo haya conocido en ese tiempo era capaz de leer a Zubiri y hacer politica, todo al mismo tiempo.