Monday, August 15, 2005

El Mito Economico de la Derecha

Si algo aprendí de mis lectura de Fernando Flores y de Humberto Maturana es aquello que da cuenta del poder creador de realidades que se le asigna al lenguaje. La realidad exterior no existe si no tenemos una palabra que la incorpore a nuestra realidad interior y seamos capaces de, mediante dicha palabra, ser capaces de un darle sentido y un corpus ha dicha situación.

Me recordé de esto, leyendo una columna de Harald Beyer, del Centro de Estudios Públicos, en que menciona como uno de los activos que la derecha política heredó de los militares, el buen manejo en materia económica, que, deduzco, sería extraordinariamente mejor que el manejo que pudiera lucir la Concertación en todos estos años de gobierno.

Carezco de la experiencia metodológica para evaluar dicha aseveración, tan común en el discurso de la derecha chilena, y sin embargo, tan extraña y difícil de asumir para mi.

Los cambios políticos tienen distintas aristas para ser explicados , todas ellas plausibles de ser asumidas pero ninguna tan verdadera como el tema de la situación económica de la población, la que hace tambalear mas de alguna férrea lealtad política.

El triunfo de la Concertación de 1998, puede tener su explicación en distintos fenómenos, pero me parece que la condicionante económica era muy fuerte. Los índices macroeconómicos eran a mi juicio bastante lamentables, con una inflación importante y con un desempleo masivo. Situación ante la cual el dictador tuvo que dejar la pega y cambiarse de edificio por otros diez años.

De constatar lo anterior, no me aparece la razón por la cual la derecha y sus analistas se asignan aquella facultad de ser mas capaces para la administración de la economía chilena.

La historia de la dictadura en materia económica me parece mas bien errática. Al principio todo fue fruto de la improvisación. El alto mando militar tenia posiciones económicas bastante contrapuestas. Luego vinieron los distintos intentos por asumir la conducción de la economía, muchos de los cuales produjeron consecutivas crisis económicas que sumieron a la población chilena en verdaderas catástrofes. La crisis del modelos de 1982, que produjo que mas empresas estuvieran en manos del Estado que en los mejores momentos de la Unidad Popular, no hizo sino continuar con la crisis de 1976 y con la crisis de 1978. Recuerden Uds., que fue Rolf Luders el súper ministro de Pinochet que terminó preso por oscuros manejos durante la crisis de 82. En medio de la catástrofe, en un verdadero Palo de Ciego, Pinochet nombro a Luís Escobar Cerda, de filiación e ideas socialdemócratas como ministro de hacienda o economía ( no recuerdo el dato exacto). La crisis del 82 se eterniza hasta que aparece el señor Hernán Büchi y junto con él, el terremoto de 1985, que en algo ayuda a activar la dañada economía chilena.

Otro dato importante a tener en cuenta es que durante todo el periodo de la dictadura se tomaron decisiones que ayudaron bastante para que los muchachos de la derecha pudieran hacer caja, por ejemplo, se hizo caja, aunque poca, vendiendo las principales empresas del Estado, no se realizó ninguna obra relevante en infraestructura, y para ser mas, se le quito un reajuste de un diez por ciento a los jubilados. Pero esas decisiones no hicieron sino dañar la estructura de un Estado que había costado casi 50 años construir y postergaron la solución de los principales problemas que enfrentaba el desarrollo del país.

No me aparece por ninguna parte el “buen manejo de la economía chilena” por parte de la derecha chilena. Quizás seria mas justo adjudicarle a cada quien los suyo, dándole el crédito de haber aplicado con mano firme todas las recetas del Fondo Monetario Internacional. Instalando un modelo de desarrollo adecuado a los requerimientos de los organismos internacionales y al poder de las empresas transnacionales, y colocando al país en un rumbo coherente con el nivel de desarrollo actual y con las directivas del actual modelo mundial.

De mucho decirlo terminamos por creer que la derecha es buena con la economía, pero me parece oportuno que las personas idóneas puedan revisar este supuesto patrimonio o activo de la derecha y poner las cosas en su lugar y dar crédito a quien verdaderamente lo merezca.

4 comments:

Otto Boye said...

Muy bueno tu blog y, en particular, estas reflexiones. Es un mito o, más preciso aún, una mentira, eso de que la derecha maneja mejor la economía del país. Aunque no tengo el dato exacto a la mano, midiendo con los propios parámetros de ellos, que acentúan la importancia del crecimiento por sobre todas las cosas, Ricardo Ffrench-Davis escribió hace algún tiempo un estudio donde mostró que el crecimiento promedio de los 16 años y medio de Pinochet no pasaba del 3%, mientras que la Concertación podía exhibir un promedio superior al 5% en un período que ya es similar. Acumulados estos porcentajes conforman una diferencia muy grande. Hasta aquí por ahora. Felicitaciones nuevamente por tu blog. Saludos

Hernan Gonzalez Vergara said...

Transfiero un comentario en www.granvalparaiso.cl al presente articulo.

COMENTARIOS DE LECTORES

* Las apariencias engañan
Hugo Latorre Fuenzalida

El articulista tiene mucha razón al decir lo que señala sobre el régimen de derecha neoliberal que gobernó a Chile en los 70 y 80. Pero le faltan las cifras para corroborar sus afirmaciones. Yo manejo algunas de ellas, que he ido recolectando en mis estudios sobre la realidad latinoamericana y chilena, por ende.

A modo de ejemplo, Chile tenía al iniciarse el Gobierno militar y de la derecha, una deuda externa de US$ 2.000 millones, aproximadamente. Al término del régimen, la deuda llegó a los US$ 24.000 millones, luego se renegoció una parte o se bajó a US$ 19.000 millones. Luego de aplicar una drástica política de privatización de empresas públicas, justamente para pagar deuda y recuperar una caja fiscal adecuada a las inversiones necesarias, la deuda externa no sólo no disminuyó, sino que al año 2005 ya bordea los US$ 50.000 millones, es decir, más del 60% del PIB (equivalente), lo que pone a Chile en el promedio de endeudamiento de los países de la región, en relación al PIB.

Esto se explica no por mayor endeudamiento público, sino porque las empresas transnacionales y nacionales que compraron las empresas que eran de todos los chilenos (y que no fueron consultados para aprobar esas transacciones), lo hicieron en más de un 75%, contratando deudas al exterior, normalmente con sus empresas matrices o socias. Como esas deudas deben pagarse con lo que se llama servicio de deuda externa, las cuentas y balances de esas empresas vienen arrojando pérdidas o reducción de sus utilidades, con lo cual disminuyen o anulan el pago de impuestos, y debido a esto, es el Fisco chileno el que termina pagando lo que vendió.

Los niveles de inversión durante la dictadura fueron tan bajos, que en las áreas de infraestructura, educación y salud, se cotejaba una desinversión interanual neta del orden del 9% para finales de los años 80. La distribución de la riqueza fue tan regresiva que sólo en el año 2004 los chilenos vinieron a recuperar el nivel de ingreso que tenían en 1971, y eso medido en ingreso promedio, pues como la equidad se fue al desaguadero, los salarios de las mayorías permanecieron largamente por debajo de lo que disfrutaban en los 70.

El crecimiento económico, medido a largo plazo, ha sido mediocre a malo. De hecho, durante el Gobierno militar, se alcanzó un promedio de crecimiento del producto por habitante, cercano al (-1%) y poco más del 2,2% en relación al PIB general. Si las cifras se toman a más largo plazo y las extendemos hasta el 2003, veremos que el PIB por habitante de este milagroso modelo chilensis, no ha superado el mediocre nivel del 3,1%, cifra que da un 5,3%, si se toma el PIB global.

Cierto, esta cifra es superior a la que tuvo Chile en la etapa de la industrialización sustitutiva, pero también debemos recordar que por ese entonces la población crecía más aceleradamente y el país no sufrió el endeudamiento que hoy presenta Chile, pues recordemos que uno se puede enriquecer, endeudándose o vendiendo su patrimonio, pero es un enriquecimiento espúreo, falso, de pantalla y no sincerado. Recordemos, igualmente, que las altas cifras de inversión bruta que exhibe Chile en algunos años de los 90 (en el boom), incorporan los ingresos de capital por inversión extranjera directa, es decir, incorporan como inversión el simple traspaso de capital de unos propietarios a otros, sin crear nuevas riquezas, lo que falsea la inversión real neta.

Los resultados han sido estructuralmente tan nefastos, que durante el furor del crecimiento económico de Chile (1986-97) los sectores de la economía incorporados a los altos negocios y al exterior, crecieron a un ritmo del 6,0% por habitante, representando no más del 30% de la población productiva, mientras que el restante 70% de la población laboral, esa que produce en la pequeña y mediana empresa, la que produce y compra para el mercado nacional y para el consumo popular, permaneció estancada durante todo el período, con tasas de crecimiento 10 veces menor (0,6% por habitante).

Aquí está la radiografía de la fractura social de Chile. Estas cifras son la verdad del modelo neoliberal. No hay nada para enorgullecerse, excepto que hemos sido muy ordenaditos para mantener un superávit fiscal, pero a expensas de postergar las necesidades sociales más evidentes y riesgosas.

Fíjense que Uruguay, tuvo un crecimiento de su PIB que fue la mitad del de Chile durante la década de los 90. Sin embargo, su política social más activa les permitió reducir la pobreza al mismo nivel que lo hizo Chile. Eso revela la tacañería social del régimen actual. Por eso es que las reformas no pasan de ser "reformitas" y los avances en muchas cifras están amparadas en ocultamientos de otros déficit no sincerados, como es el caso de las pérdidas globales que representan para Chile las cifras que se exhiben como ganancias en las inversiones y la producción minera privada. Así, de los US$ 13.000 millones que supuestamente han invertido, cerca de US$ 10.000 millones vienen en forma de deuda externa y han exportado un equivalente a US $ 46.000 millones en cobre y otros minerales, y no han aportado más de US$ 1.700 millones al Fisco, en una década de explotación de los yacimientos chilenos, cifra que responde a las declaraciones de una sola empresa en más del 90% de ese impuesto pagado (La Escondida).

Pero esos US$ 1.700 millones se ven neutralizados y sobrepasados por el crédito fiscal que tienen las restantes empresas ante SII, ya que cada vez que declaran pérdidas, éstas quedan apuntadas como crédito a favor de las empresas, es decir, que si alguna vez declaran ganancias, no tienen más que descontarlas de lo que SII les debe, y usted ha de saber, querido compatriota, que lo que les debe SII a las mineras privadas, alcanza a la escandalosa, incomprensible y vergonzante suma de US$ 3.500 millones. Es decir, que tienen para una década de no pagar ni un centavo de impuestos a Chile, y se podrán llevar nuestro cobre gratis.

Así como éstas, hay muchas cifras que aparecen en las cuentas globales, como activos productivos para Chile, pero en verdad corresponden a activos para las empresas extranjeras, y pasivos para nuestro país. De hecho, pregúntele usted al Presidente, dónde pagan sus impuestos las empresas españolas instaladas en Chile, luego del tratado firmado con Europa. Sí, señor, uno de los precios exigidos por Aznar para apoyar ese acuerdo, fue que las empresas españolas tributaran sus ganancias en España y ya no más en Chile. ¿Qué les parece?

Hernan Gonzalez Vergara said...

David Gallagher insiste en el tema del capital politico de la derecha.
" la derecha tiene un enorme capital político en materia de eficiencia económica y de modernización reformadora, a diferencia del que tiene en "igualdad", donde la izquierda la supera con creces"

Maite González said...

Gracias por su blog. Interesantes reflexiones que se mantienen vigentes aún ahora, en pleno 2013, cuando la gente de este país comienza a despertar y reflexionar, a igual que usted, en estos temas político- económicos y su adecuado manejo en este recodo de nuestra historia. A muchos se les ha olvidado quien fue realmente Rolf Lüders, muy respetado en la Escuela de Economía y Administración de la UC donde fui alumna que, sin embargo, cuando le correspondió aplicar sus conocimientos en el mundo empresarial y la administración pública, los usó para realizar transacciones financieras ilegales cuando trabajaba para el Grupo Vial durante la crisis económica de nuestro país en 1981-1982, actos que lo llevaron a la cárcel. Curiosamente, con posterioridad a este hecho fue recibido nuevamente por la misma Escuela de Economía y Administración de la UC para cumplir labores docente, para mi, algo que no tiene explicación desde una perspectiva ética. Hoy día, cuando la derecha y centro derecha de este país se horrorizan de las movilizaciones sociales que reclaman justicia, probidad y una mejor administración de los fondos públicos y de nuestros recursos naturales, la prensa chilena le da tribuna a este señor "Lüders" para dar opiniones apocalípticas sobre nuestro futuro económico si desestimamos el actual modelo económico ¿Quien es él para dar opiniones? Una persona con su prontuario no está en condiciones de opinar públicamente. Por respeto a la gente, a todos los chilenos, especialmente a los más jóvenes que desconocen los delitos que enlodan la trayectoria profesional de Rolf Lüders, los medios de comunicación no deberían dar espacio a comentarios de personas como ésta. Es casi un insulto a la memoria.

María Teresa Miranda