La actual élite.

Las elites saciadas hasta el hartazgo van generando las condiciones de su propia destrucción. La borrachera de la élite chilena lleva ya 16 años. Entró con Aylwin a la Moneda y negoció con Pinochet las condiciones de la cohabitación, para que esta no fuera demasiado movida y se las arregló para mandar a los revoltosos a la casa a engordar, a tomar algunos puestos menores y a renegar de la buena política.

Así como la élite chilena de principios del siglo XX, se embriagó de champaña y Paris. La actual se ha puesto raciones de tequila, de ron y de buena cerveza y ha adoptado la politica de los socialités. Habla un inglés de mala muerte y exhibe su vida privada sin pudor.

Lo anterior lo señalo por dos hechos interesantes. El amigo de Bachelet, conocido hasta hace unos días como Claudio Teitelboim decidió ventilar las sabanas de su intimidad y contarnos a todos que la verdad era que Volodia era un cornudo y que su verdadero padre era un señor Bunster, que había realizado las tareas que el viejo comunista dejo de hacer por andar haciendo la revolución. El segundo caso es el de Marcelo Ríos , filosofo chileno, de lenguaje austero, que sin embargo, gracias a una simple frase: “no estoy ni ahí”, fue capaz de inspirar a toda una generación de jóvenes que hizo suya, cual mantra , la iluminada afirmación. Quien también se dedico en algunas oportunidades al tenis profesional, protagonizó un escándalo de proporciones con la inefable Kenita Larrain, y nos tuvimos que enterar de los mas mínimos detalles del problema y tendremos que desvelarnos por las alternativas del divorcio, que seguramente será transmitido en horario Prime.

Ambos casos revelan una falta de pudor vergonzante de dos casos particulares pero que son sintomáticos del como van las elites del país. Nuestro mejor científico y nuestro mejor tenista reunidos en el mismo espectáculo patético de un exhibicionismo sin nombre,

Después de esta borrachera insomne vendrá la hora de las élites austeras que sean capaces de dirigir a este país hacia un futuro mejor, en materia económica, cultural y por cierto, ética y estética.