La discusión previsible por el sida.

La discusión respecto de la campaña de combate al Sida es ciertamente previsible, hasta en sus mas mínimos detalles. Previsibles los argumentos y fastidiosamente previsibles los contra-argumentos . Pero de esto, lo interesante es ver como esta discusión desnuda las diferencias éticas y ideológicas  entre los distintos actores de la política chilena.

La derecha es principalmente formal, tiene un estricto apego a la forma. Mas que ética, la derecha chilena padece de una exacerbada estética. Los comentarios de los dirigentes de derecha reparan en la campaña básicamente en la forma. El condón los desconcierta. No es bonito. Es como un globo deforme. Es una cosa de mal gusto.

Cuando la discusión gira hacia los efectos prácticos de una campaña que prevenga los contagios de Sida, la derecha hace una discusión valórica anterior. Su raciocinio no le da las posibilidades de ingresar a terreno fáctico, se queda en cuestiones de alta moral y de pierde en su propio raciocinio.

Si bien puede aparecer como legitimo que las personas disponga de opciones como la abstinencia sexual y la pareja estable, el mero reclamo del papel preponderante de esas alternativas en desmedro del uso del preservativo importa de por sí una irresponsabilidad cuasi-asesina. Las opciones señaladas anteriormente, importan un desarrollo espiritual, cultural e intelectual que no es en absoluto masivo. En cambio, las practicas sexuales mas extendidas requieren de elementos que minimicen los riesgos inherentes a las mismas, de los cuales, el preservativos aparece como el único elementos disponible en el actual desarrollo tecno-sanitario.

Si esta campaña se tratara de preparar un automóvil para ir a un rally, la derecha mantendría la discusión en el color, el tipo de espejos y reclamaría por el tiempo que los mecánicos ocupan en perfeccionar el motor.

Lo urgente y lo ético es que la gente no se infecte con el sida. Luego podemos dedicarnos a la tarea de fomentar comportamientos mas elaborados.